De la crisis financiera que está sufriendo aún Europea no hemos aprendido nada. La hemos cerrado en falso. Abandono de los griegos a su propia suerte, descenso de los salarios en España y Portugal, fomento de la insolidaridad entre los ciudadanos europeos.. ,etc. Y ahora nos encontramos con otra crisis mucho mayor: los millones de refugiados que huyen de la guerra. Y, como el problema de los refugiados va para largo, tendremos que afrontar al mismo tiempo otras nuevas crisis mundiales: la crisis bursátil y económica, de la que echaremos la culpa a China, la crisis de la lucha contra los radicalismos, la crisis del calentamiento del planeta...etc. etc.. Mientras tanto, Naciones Unidas y la UE haciendo de apagafuegos y llegando siempre tarde.
La Naciones Unidas, que nacieron precisamente para prevenir la guerra, son incapaces de unir lo más mínimo a sus Estados miembros y de cumplir con su principal objetivo. “NOSOTROS LOS PUEBLOS DE LAS NACIONES UNIDAS, RESUELTOS a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles”, así comienza la Carta de las Naciones Unidas.
De acuerdo, tanto la ONU como la UE son imprescindibles, pero su estructura actual está anquilosada. Dentro de las Naciones Unidas está la Agencia para la atención a los refugiados y víctimas de las guerras, la ACNUR, para los casos en los que no se haya podido evitar la guerra, pero la ACNUR también es incapaz de cumplir con su cometido. Mientras exista el derecho de veto del que gozan, tanto Estados Unidos, como Rusia, China Francia e Inglaterra, las Naciones Unidas no van a servir para otra cosa que para dar cobijo con sueldos millonarios a ex-ministras y ex-políticos inútiles, como en el caso de España, “que no saben hacer una “O” con un canuto” . El veto en el seno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que no es un derecho sino un abuso de derecho, impedirá que lleguen nunca a ponerse de acuerdo las grandes naciones y cortar así las guerras y la huida masiva de las poblaciones. Existen guerras, porque las grandes naciones permiten que las haya por el negocio que les reporta la venta de armamentos. Mientras no se restrinja el veto a ciertos temas y, como ha propuesto Francia, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad no dejen de aplicar el veto a resoluciones en materia de genocidio, crímenes de guerra y lesa humanidad, no busquemos a culpables secundarios, ni tratemos de curar las enfermedades graves con cataplasmas. Si las Naciones Unidas no son capaces de impedir las guerras y si ACNUR no puede atender a los refugiados, decidme para qué sirven las Naciones Unidas.
Por otro lado, la actitud de la UE frente a los refugiados es también lamentable, egoísta e insolidaria: Hungría construyendo alambradas como en la época de la guerra fría y del muro de Berlín, ciudadanos alemanes de extrema derecha prendiendo fuego a residencias de refugiados y emigrantes, Hollande y Merkel pidiendo a Grecia y a Italia que abran centros de registro y de acogida para los solicitantes de asilo, pero sin hablar de enviar urgentemente dinero para que estos países puedan atender dignamente a los refugiados, Cameron calificando de plaga a los refugiados, España negándose a aceptar el cupo de 4.500 refugiados, cuando esos refugiados podrían vivir durante diez años con la mitad de las subvenciones que reciben los partidos políticos durante uno solo año, otros gobiernos enviando tanques a sus fronteras y los demás amenazando con devolver a los solicitantes de asilo al primer país de la Unión por donde entraron. Los políticos hablan ahora de adoptar una política común de asilo, cuando hace años que lo deberían haber hecho y cuando en este momento lo único que se necesitan son bomberos que apaguen el fuego, es decir medios económicos para atender a esas personas.
Y mientras tanto la imagen lamentable y dolorosa de familias rotas, de niños hambrientos y enfermos a hombros de sus padres agotados. No me molesta la imagen de Europa que podamos dar al mundo, pues conviene que sepan realmente cómo somos los europeos. Me molesta la falta de solidaridad que reina en todos los ámbitos de la política, municipal, autonómica, nacional y europea. Me molesta que lo poco que se había avanzado en el campo de la solidaridad europea se puede venir abajo. Me molesta que el egoísmo y falta de visión de nuestros gobernantes pueda dar la razón a los “euroescépticos”, que quieren renacionalizar la UE. Me molesta que, ante los grandes problemas humanos y económicos cada uno de los gobiernos tenga que tirar por su lado al grito de “sálvese quien pueda”, de que la UE sea incapaz de resolverlos y de que, por tanto, cada vez sean más los que se pregunten para qué sirve la Unión Europea. Me molesta que los gobernantes europeos, conscientes de que no hay otro camino que una mayor integración europea, es decir unos Estados Unidos de Europa, se inclinen por la vía de los nacionalismos. Me molesta que los países ricos de la Unión Europea se hayan estado beneficiando de la crisis griega – según el Institut für Wirtschaftsforschung de la ciudad de Halle, la crisis de Grecia y de los países del Sur le habría supuesto a Alemania unos ahorros de cien mil millones de euros gracias al descenso de los intereses de bonos del tesoro alemanes- y ahora sean tan reticentes y egoístas a la hora de asumir responsabilidades con los refugiados.
Me molesta que en la UE exista también el veto, pues las decisiones tomadas por unanimidad existentes aún en la UE equivalen a un derecho de veto, en el que se esconden los egoísmos nacionales y las miopías de los políticos mediocres.
Y, sobre todo, me molesta el silencio del Parlamento Europeo. ¿Dónde están los parlamentarios europeos, que un mes sí y otro también hablan de la violación de los derechos humanos en todas las partes del mundo?
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