Europa, una cultura

, de Alejandro Quecedo del Val

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Europa, una cultura
Iglesia de San Pedro de Ávila (CC: Ángel M. Felicísimo)

Muchas veces pasa que debatiendo amistosamente con un amigo sobre la posibilidad de una Europa federal te asaltan con el argumento “la cultura es muy diferente, y el choque cultural sería tan brutal que sería muy problemático, es inviable unir a pueblos con culturas tan distintas”. Pero, ¿Es Europa un lugar de choque cultural y con culturas tan distintas?

2018 es el año de la cultura en Europa, y es evidente que en cada rincón de Europa la palabra cultura lleva a nuestra mente cosas distintas. Por ejemplo, si a un griego le hablas sobre cultura, probablemente lo primero en lo que piense será en la escuela filosófica de Platón, en la Acrópolis de Atenas o en las pinturas del palacio de Knossos. Preguntémosle a un británico, lo más probable es que su cerebro lo asocie con las increíbles salas del British Museum, las tradiciones de Escocia o la catedral de York.

A primera vista parece que los europeos entendemos lo mismo por cultura, entendemos el arte de Picasso, monumentos como la columna Trajana, palacios repletos de cultura como la Alhambra, hablamos de lugares consagrados a la cultura como el Louvre, de personajes que cambiaron el mundo como Copérnico, fiestas tradicionales como la Oktoberfest. Entonces, ¿parece que los europeos tenemos el mismo concepto de cultura? Sí, pero también tienen el mismo concepto los japoneses y los rusos. Hay que mirar más a fondo, ¿son realmente las culturas europeas tan diferentes que no pueden convivir entre ellas?

Miremos el arte, ¿Por qué el arte? El arte es la máxima expresión de una civilización, es lo que una cultura deja para la posteridad, donde se expresa el pensamiento de su época, es en definitiva el clímax de un tiempo. Miremos el arte a lo largo de la historia, el arte clásico, la Helade creó los patrones que adoptó Roma y expandió en las fronteras del imperio, la mitad de Europa siguió el mismo patrón bajo el gobierno romano. Otro ejemplo: las tribus germánicas usaban un arte completamente diferente, pero sorprendentemente muy similar al que usaban la mayor parte de tribus indoeuropeas antes de la llegada de Roma. Los torques (collares celtas de una alta calidad orfebre) que podemos admirar en varios museos ingleses siguen el mismo patrón que los que podemos ver en un yacimiento del norte de Burgos, que es el similar al que vestirían algunos guerreros germanos en los bosques de Teutoburgo. Es decir, en la antigüedad la mayor parte de Europa compartió el mismo arte, sinónimo de decir la misma cultura o al menos muy similar.

Pero vayamos más adelante en el tiempo y detengámonos en la edad media, esa época oscura, de abadías, monasterios, epidemias y guerras. Me atrevería a decir que es esta época la de mayor choque cultural, pues es aquí cuando el mundo islámico hace su aparición en el mundo europeo, cuando el mundo árabe domina buena parte de la península ibérica y empieza a entrar de manera imparable a los Balcanes, desmembrando el imperio Bizantino. La Europa cristiana compartió una vez más el mismo arte, si no miremos la arquitectura de nuevo. El románico, emblema de esta época, se originó en Francia, se perfeccionó en España y se extendió por toda la Europa cristiana. No podemos entender esta arquitectura si nuestras cabezas no pasan por las ciudades del camino de Santiago Francés, sin que vislumbremos las pinturas románicas de los pirineos o sin que paremos en los monasterios de los Alpes. Hay que admitir, sin embargo, la existencia de tres patrones. El impuesto por el imperio Bizantino, que, aunque pueda parecer lejano, es de este imperio con capital en la actual Estambul, es de este arte del que derivan la iconografía religiosa que hoy utilizamos en la Europa occidental, también hay que mencionar el mundo islámico, completamente diferente, y por supuesto los lugares en los que las tribus “bárbaras” se asentaron.

Podemos seguir avanzando y ver como Europa comparte un renacer con la llegada del gótico, como las mentes europeas se abrieron con el renacimiento. Como las obras literarias llegaban a su clímax, las artes figurativas alcanzaban niveles asombrosos con los cuadros de Velázquez o las esculturas de Miguel Ángel. Incluso cuando sobre Europa cayó un telón infranqueable de trincheras, las mentes europeas seguían creando el mismo arte. Véanse por ejemplo las vanguardias, todas diferentes, todas por europeos.

Podemos escribir folios y folios asegurando de que la gran mayoría de Europa a lo largo del tiempo ha tenido la misma visión del arte, de la literatura, pero sobretodo ha tenido la misma historia. Cierto es que siembre hay excepciones como platos típicos o alguna construcción única. Pero ha sido toda Europa, mediante influencias, obras magnas o escuelas, ha sido toda Europa, la que ha hecho que cuando hablemos en cualquier sitio de Europa sobre el gótico, cualquier etapa de la música, el renacimiento, el arte sacro, los cantares de gesta, las infraestructuras romanas, la literatura y un largo etcétera. Cuando cualquier europeo piense en un elemento representativo de su país, es solo un elemento de toda una cultura que se extendió sobre Europa.

Europa en definitiva a priori no comparte los mismos monumentos, no compartimos las mismas señas de identidad, pero los europeos compartimos la misma cultura (con sus variaciones, pero menores de las que pensamos) Europa ha compartido el sufrimiento de las guerras, ha admirado el mismo estilo artístico, ha leído las mismas novelas, ha escuchado las mismas sinfonías… Europa es un lugar en el que cada país es un capitulo, pero Europa es una historia, es una cultura, Europa es un futuro.

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  • El 10 de mayo de 2019 a 01:11, de César En respuesta a: Europa, una cultura

    Concuerdo absolutamente con todo lo que expones, Alejandro. Europa es el lugar común de una herencia milenaria. Un crisol de pensamientos, aportaciones artísticas y, en definitiva, de cultura VIVA. Como dice uno de mis autores de devoción, Santiago Posteguillo (ya que veo que citas la Columna Trajana), «la UE ya estableció sus cimientos en la antigua Roma». Con todo, yo abogo por la implantación de un Estado europeo federal, con libertad de culto y de lengua, pero con una administración y una legislación centralizadas.

    Un placer leerte, César Palacios

    P.S.: ¡felicidades por ese puestazo en la final de la Olimpiada Filosófica!

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