« Europa : un salto a lo desconocido »

Victoria Martín De La Torre

, de Mathieu Henceval

« Europa : un salto a lo desconocido »

Estamos el 9 de mayo del 1950 en Paris. Imagínense un instante la cara que pusieron los periodistas cuando Robert Schuman, Ministro de asuntos exteriores francés les contestó “eso es, un salto a lo desconocido”… La periodista Victoria Martín De La Torre nos sumerge en la apasionante década 1948-1957 en la que nacieron las Comunidades europeas.

¿Porque hacer Europa?

La Sociedad de las Naciones falló en sus tareas de asentar la paz después de la primera guerra mundial. Los vencedores mandaban y se discriminaban a los vencidos. Sobre el terreno de la humillación iban a brotar las malas hierbas de un nacionalismo devastador.

Para no caer en los mismos errores del pasado y evitar así futuras tragedias, era preciso inventar un nuevo futuro y unas nuevas relaciones entre antiguos enemigos. Esas nuevas relaciones implicaban borrar las palabras de vencedores y vencidos. No por eso, se debía olvidar lo que había pasado, sino que las barbaries recientes debían de dar paso a un nuevo orden europeo en que las naciones europeas, en igualdad de condiciones, sellaban un futuro común. No fue tarea fácil, el rencor siendo aún muy presente entre los europeos. Pero era preciso actuar cuanto antes. Además, la unidad de Europa se hacia cada vez mas imprescindible ante la amenaza que representaba el potente bloque soviético. Pero no bastan las buenas voluntades escuchadas durante la conferencia de la Haya en 1948 o en el seno del Consejo de Europa: unas palabras que vuelan con el viento…

Francia propuso a Alemania que pusieran a toda su producción de carbón y acero bajo la supervisión de una alta autoridad común. Los tres Estados del Benelux (Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo) e Italia se sumaron al proyecto y firmaron el tratado de Paris creando la Comunidad europea del Carbón y el Acero (CECA). Los mismos seis países firmaron el Tratado de Roma en 1957. Así nacieron la Comunidad Económica Europea que abrirá el camino a un mercado europeo único y el EURATOM (Comunidad Europea de la Energía Atómica).

Leemos la historia que nos cuenta ágilmente Victoria Martín como si no supiéramos como termina. En efecto, somos muchos los que desconocemos los detalles y momentos claves de una década apasionante y importante en la historia de Europa. Además poco sabemos de algunos de los protagonistas de esta historia.

Los padres fundadores de Europa

Victoria Martín se ha metido de lleno en la piel de algunos de los padres fundadores de Europa: Schuman, Adenauer, Monnet, De Gasperi y Spaak, desvelándonos algunas anécdotas sobre sus vidas. No se puede entender lo que motivó la creación del proyecto europea sin adentrarnos en la vida cautivante de estos hombres. ¿Qué podía unir a tres democristianos, a un agnóstico y a un ateo? ¿Al hijo de una familia de negociantes de Coñac, autodidacto, pero provisto de una increíble inteligencia práctica como Jean Monnet, y a curtidos políticos de la talla de Adenauer, Spaak o De Gasperi? Las tragedias de la primera y segunda guerra mundial les marcaron profundamente. Además, estaban convencidos de que “no podía haber paz sin justicia, ni justicia sin igualdad”. Les unía la voluntad de derribar fronteras y unir a las personas para que los europeos encontraran en el entendimiento y la estrecha cooperación la vacuna contra los viejos rencores. Además, De Gasperi y Schuman, respectivamente del Trentino Italiano y la Lorena Francesa eran hombres de fronteras y que habían sido educados en la tradición germánica lo cual facilito su entendimiento con el Canciller Adenauer.

Para ellos, hacer Europa respondía a un “imperativo moral”. Hombres generosos, realistas y que fueron creativos y tenaces. ¿Por qué no les celebramos más? ¿Porque sus caras no adornan a las monedas y billetes en Euros?

¿Que nos queda hoy de esa voluntad?

Europa lucha hoy por salir de una crisis económica y social sin precedentes. Muchos europeos muestran su desconfianza hacia el proyecto europeo. Los discursos euroescépticos y egoístas calan cada vez más entre los europeos. Aprendiendo de los padres fundadores de Europa podríamos hacernos las siguientes preguntas ¿No hay todavía un “imperativo moral” en hacer Europa? ¿No se lo debemos a nuestros antepasados que padecieron las guerras y supieron reconciliarse? No olvidemos nunca que no hay nada que esté ganado para siempre. Hace 20 años, con la guerra de los Balcanes, la UE vió como se desarrollaba una tragedia a sus puertas. Hoy, el deslizamiento de Hungría hacia un régimen autoritario nos invita a no bajar la guardia

¿Qué nos queda de aquella generosidad cuando pretendemos dejar a Italia sola frente a la avalancha migratoria? ¿No hay urgencia en ir más allá en la integración de la zona Euro ya que los Estados miembros gestionan la crisis Griega en el día a día y a puertas cerradas, generando aun más desconfianza hacia la UE? ¿No es urgente consolidar la integración europea para que juntos podamos afrontar mayores desafíos como la globalización, la inmigración o el cambio climático”?

Jean Monnet decía que “no coaligamos estados sino que unimos personas” Lo humano estaba y debe seguir en el corazón del proyecto europeo. Además, él estaba convencido, como los otros padres fundadores europeos, de la existencia de un “interés europeo superior”. Esa capacidad para mirar por encima de las fronteras nacionales y de los soberanismos que hoy tanto echamos de menos en nuestros lideres políticos, hizo posible Europa.

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