El mandato federal

Hacia una nueva Europa

, de Carlos Hernández Paredes

El mandato federal

Europa está en riesgo. Los suspiros de alivio tras el acuerdo del paquete de recuperación y del presupuesto europeo en la reunión del Consejo de julio de 2020 no podían ocultar el hecho de que se necesitaba mucha energía política para llegar a un acuerdo económico, que puso en jaque la solidaridad. Europa parece estar atrapada por una falta de determinación política en la que se están dejando de lado cuestiones clave como la reforma agraria, una política de seguridad común o el destino de la constitución, que se encuentra en un moribundo “periodo de reflexión”, y que es decisivo para el futuro de la Unión Europea. Paralelamente a este estancamiento de la toma de decisiones en Europa, la Unión atraviesa una crisis de confianza, expresada en la creación de dos bloques, que complicaron el Consejo del pasado julio. Uno podría pensar que son tiempos difíciles para los que queremos ver más integración europea.

La actual crisis de incapacidad para la toma de decisiones y la falta de apoyo público es el punto de partida de las ansias de muchos europeístas de crear una “nueva Europa”. ¿Cómo se puede hacer más atractiva la Unión Europea, especialmente para los más jóvenes? ¿A dónde debería ir la Unión Europea si no es para desenredarse o atrofiarse en una mera zona de libre comercio? ¿Cómo puede Europa convertirse en un actor mundial decisivo? Muchos europeos se preguntan varias de estas cuestiones, y la respuesta a todo esto se encuentra en una zona euro políticamente fortalecida -equipada con una estrategia socioeconómica integral-, que se encuentre en el centro de la nueva Europa.

Una nueva Europa

Sesenta años después de la conformación de la Unión Europea tras la Segunda Guerra Mundial, contemplamos cómo esta ha cumplido, y con creces, con los tres objetivos iniciales: asegurar la paz, la estabilidad, y la prosperidad. Y prueba de ello es que, desde 1945, en el continente no se ha desarrollado ninguna guerra, algo que ha permitido la expansión del proyecto europeo. Sin duda alguna, la integración europea ha sido el mayor proyecto social de los últimos sesenta años, el cual ha permitido crecimientos económicos como el de España o el de Irlanda, que en 1973 era el país más pobre de Europa Occidental y, sin embargo, hoy en día está entre los cinco más ricos del mundo. Pero esto no es suficiente: Europa debe trazar una estrategia socioeconómica para hacer frente al creciente euroescepticismo.

Y debemos tener clara una cosa: si Europa fracasa, volveremos a las fronteras, a los controles de identidad, a las aduanas, a las tarifas de importación, y a las diez monedas distintas, poniendo en riesgo la paz y la estabilidad que hemos forjado a lo largo de estos años. Europa ya dio respuesta a los problemas de hace setenta años, ahora debe solucionar los problemas de los jóvenes europeos, y para ello debemos dotar a la Unión de los instrumentos necesarios. Europa debe hablar de presente y de futuro.

Al igual que Estados Unidos salió en 1929 de la Gran Depresión gracias a una política socioeconómica federal, Europa solo podrá salir de la nueva crisis que se avecina con un proyecto novedoso que le otorgue nuevos poderes. Construir una nueva Europa supone unos nuevos poderes, unas nuevas instituciones, y un nuevo sistema de financiación, alejándose dela excesiva retórica, del politiqueo, y de las medidas kafkianas que actualmente reinan en la política europea.

Además, Europa debe atenerse al principio de subsidiariedad, y dejar de regular en materias como la educación, la sanidad, la seguridad social, la cultura, y el deporte. Las nuevas competencias de la nueva Europa deben aportar un valor añadido, haciéndola más poderosa y menos paternalista.

Para alcanzar esta nueva Europa debemos poner en marcha cinco tareas esenciales: un gobierno con una estrategia social y económica, apostar por la tecnología europea, un espacio europeo de justicia y seguridad, una diplomacia europea, y un ejército europeo. Estas cinco tareas unidas a un nuevo sistema de financiación, unas nuevas instituciones, y el establecimiento de las relaciones con otros países, además de un referéndum (o convención) que ratifique todas las medidas acordadas, son los pilares que debemos afrontar para construir la nueva Europa. En este proceso todos debemos aportar nuestro granito de arena; por ello, en los sucesivos días debemos empezar a hablar de las cinco tareas para la nueva Europa. Ha llegado la hora de dejar el conformismo a un lado, y tomar protagonismo en del destino de la Unión Europea. Europa será lo que queramos los europeos que sea.

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